Estimado Sr. Presidente:
Antes de nada me gustaría saber cómo anda de salud y si ya está libre de síntomas. Yo continúo con mi lenta recuperación a la espera de que me den cita en cardiología para evaluar las posibles secuelas coronarias.
Se que hoy domingo no es el mejor día para escribirle, pero necesito contarle lo que me pasó ayer y el cabreo que cogí cuando leí la bravuconada de su mano derecha el Sr. Bendodo.
En mi paseo diario, aún corto porque me canso y me molesta mucho el pecho, me decidí dar un vuelta por el centro de Málaga con la intención de disfrutar de una tarde agradable pero, lamentablemente, ví como era imposible y peligroso, encontrándome con aglomeraciones en las calles principales y una masificación alarmante en todas zonas de terrazas, hasta el punto de volverme por la imposibilidad de pasar sin rozarme con alguien. Pero, además, en ningún momento ví autoridad alguna para poner cierto orden, ni para garantizar que se respeten las distancias, la circulación segura o el cumplimiento de las medidas preventivas mínimas.
Para colmo, cuando regresé escandalizado a mi casa tuve la desgracia de leer las declaraciones guerrilleras del Sr. Bendodo
Y lo primero que pensé fue: ¿Se puede tener tan poca vergüenza y tener tan pocos escrúpulos?. ¿Cómo es posible que un dirigente político sacrifique la salud de su pueblo con tal de hacer guerra política rastrera?. Pero después me di cuenta: tratándose de quien se trata qué se puede esperar.
Pero esto no será gratuito y tendrá consecuencias nefastas: en primer lugar con la salud de la ciudadanía y yo le aseguro que lo que yo ví ayer garantiza más contagios en los próximos días y, en segundo lugar, será “pan para hoy y hambre para mañana” si el virus continúa haciendo su agosto. ¿Qué cree usted que harán los operadores turísticos y las autoridades cuando vean estos comportamientos de los dirigentes públicos?. Le recomiendo que reflexione sobre lo que dijo ayer el embajador del Reino Unido:
Sr. Presidente, después de sufrir en sus carnes el Covid, no comprendo cómo es posible que actúen de esta forma tan miserable e irresponsable y más cuando Andalucía es la principal Comunidad que no es capaz de bajar la incidencia acumulada y que no tiene ninguna estrategia para intentar conseguirlo.
Sr. Presidente, cuándo van a tener en cuenta a los millones de andaluces y andaluzas que están deseando hacer vida social sana y segura y que, con estas actitudes negligentes, se ven obligadas a extremar las preocupaciones limitando su derecho a la libre circulación con garantías.
Atentamente
Un ciudadano andaluz desesperadamente cabreado.
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